Donación Raquel M. Cáceres.
Jesús no impone a los hombres ninguna religión ni ley, ni carga ni yugo. Le aborreceríamos y le rehuiríamos si nos llamaba a la religión cristiana, a la doctrina cristiana o a la moral cristiana. No aceptaríamos su pretensión de ser manso y humilde de corazón y dar alivio a nuestra alma, si aún nos daba nuevos mandamientos para nuestro pensar y actuar. Jesús no es el creador de una nueva religión, sino el vencedor de toda religión; no es el hacedor de una nueva ley, sino el conquistador de toda ley... Cuando oigáis la llamada de Jesús, olvidad todas las doctrinas cristianas, olvidad vuestras propias convicciones y vuestras dudas particulares. Si alguna vez Le seguís, olvidad toda la moral cristiana, vuestros logros y vuestros fallos. Nada se os pide - ninguna idea de Dios, ninguna bondad especial propia, ni que seáis religiosos, ni que seáis cristianos, ni siquiera que seáis sabios, ni que os atengáis a una moral. Lo que se os pide es tan sólo que os abráis a lo que so os da y que queráis aceptarlo: el Nuevo Ser, el ser de amor, de justicia y de verdad que se manifiesta en Aquel cuyo yugo es llevadero y cuya carga es ligera.