Donación Raquel M. Cáceres.
Los impacientes, que quisieran una respuesta inmediata a los últimos problemas, puede que se sientan decepcionados por el presente trabajo. En efecto, se ocupa exclusivamente de la postura de Jesús frente a la situación y a los movimientos de su tiempo. Por otra parte, llega a la conclusión de que a Jesús de Nazaret no se le puede incorporar sin más a una u otra categoría de los principales movimientos de su tiempo. Su obediencia radical a la voluntad divina, enraizada en la comunión más íntima con Dios y en la espera de su reino y de su justicia, no encaja en el marco ni de los grupos que defendían el orden existente en Palestina, ni en el de los que lo combatían por la violencia. Esto no significa que descartemos por principio la cuestión, tan candente hoy, de la postura de Jesús respecto a nuestros grupos modernos -conformistas y no conformistas-, que si bien se asemejan a los del tiempo de Jesús, son, sin embargo, muy distintos de ellos. Al limitarnos en las páginas que siguen al problema histórico, lo hacemos para impedir que se simplifique la cuestión, como ocurre hoy con harta frecuencia. El resultado histórico ha de procurarnos la única base capaz de permitirnos plantear correctamente la cuestión, que habrá de tratar después de si, respetando el espíritu de Cristo, los hechos y las palabras del Evangelio pueden resultar fecundos para nuestro tiempo, aunque no esperemos el fin de los tiempos para un futuro inmediato.