Donación Raquel M. Cáceres.
La Colección Credo busca estimular la perfección de las obras del hombre y, sobre todo, la total realización del hombre como persona. Y por ello tenemos que considerar no solo al hombre en su propio desarrollo como sujeto humano, sino también su influencia en el objeto de su investigación y creación. La simple observación es ya una interferencia. La ingenua creencia de que podemos observar cualquier sistema y predecir su conducta sin alterarla por la misma observación fue una injustificada extrapolación de la Mecánica Celeste de Newton. Podemos observar la luna, e incluso un satélite y predecir su conducta sin interferirnos apreciablemente en ella, pero no podemos hacerlo con una ameba, ni menos con el hombre todavía mucho menos con una sociedad de hombres. Es este el centro del problema de la naturaleza del trabajo. Si consideramos nuestros trabajos como un proceso de modelación o formación, los frutos de nuestro trabajo representan el papel de un molde que nos conforma a nosotros mismos. Y ello significa, en la preservación de la identidad del conocedor y lo conocido, que la cognición y la generación, es decir, la creación, aunque en esferas diferentes, son, sin embargo, iguales.